La adolescencia es un periodo lleno de cambios, descubrimientos y, a menudo, muchas anécdotas que marcan la juventud de una persona. En este artículo, exploraremos las vivencias de un adolescente típico, desde las primeras experiencias laborales hasta las relaciones sociales y la evolución personal. Acompáñame en este viaje a través del tiempo y la memoria.
Recuerdos de la adolescencia
Los años de adolescencia suelen ser un cúmulo de momentos que definen a cada individuo. Desde la escuela media hasta la secundaria, esta etapa está marcada por la búsqueda de identidad y la relación con los demás. En mi caso, reconozco que pasé por momentos un tanto torpes. Recuerdo que era bastante obsesiva con los chicos, pasando horas en el teléfono llamando a mis amigos y tratando de entender mis propios sentimientos.
En la secundaria, no me consideraba parte del grupo de los «cool». Más bien, era un poco ruidosa y extrovertida, lo que me alejaba de la imagen típica de «popular». Sin embargo, contaba con dos grandes amigas y un círculo de amistades amplio que me permitió disfrutar de mi tiempo en la escuela.
Primeros pasos en el mundo laboral
Con solo quince años, me embarqué en mi primer trabajo, justo al finalizar el noveno grado. Comencé como lavaplatos en un restaurante local. Aunque puede sonar poco glamuroso, para una adolescente que estaba descubriendo el mundo de los chicos, era un lugar increíble. El restaurante atraía a estudiantes universitarios, y pronto me rodeé de chicos atractivos de la ciudad vecina.
- Después de un mes, logré ascender a cajera y anfitriona.
- Una de mis mayores satisfacciones fue manejar más de $2000 en efectivo en una noche, ¡solo fallé en 2 centavos!
- Aprendí rápidamente sobre la responsabilidad y el manejo del dinero.
Mi trayectoria laboral no se detuvo en el restaurante. Pasé por una variedad de empleos, desde un centro de llamadas hasta una librería, donde me encantaba la posibilidad de prestar libros. También trabajé en una tienda de ropa y un salón de belleza. Aprendí mucho sobre el mundo laboral, incluso que las ventas puerta a puerta no eran para mí.
El dilema de las citas adolescentes
En mi hogar, había una regla que dictaba que no podía salir con chicos hasta cumplir los 16 años. Mirando hacia atrás, creo que fue una decisión acertada. Mi propia regla para mis hijas será similar: solo citas grupales hasta los 18 años. Este enfoque ayuda a mantener la inocencia y permite una socialización más sana.
Una vez que alcancé la edad permitida, mi vida giró en torno a mis intereses románticos. Aunque mis elecciones no siempre fueron las mejores, también tuve la fortuna de conocer a algunos chicos realmente buenos.
Compromiso y participación en la escuela
Durante mi penúltimo año de secundaria, me involucré activamente en varias actividades escolares. Fui presidenta de la Juventud Libre de Drogas y tesorera de mi clase. Participé en un montón de clubes, y una de mis experiencias más emocionantes fue formar parte de la junta de moda de ZCMI, un establecimiento similar a Dillard’s.
- Fueron seleccionadas 100 chicas de todo el estado para participar en un desfile de moda.
- Tuve la oportunidad de aparecer en revistas y participar en actuaciones.
- Grabé una pequeña parte en un álbum del evento del año.
Aunque disfrutaba de estas oportunidades, me di cuenta de que no encajaba en el molde típico de modelo. Mi inseguridad y modestia me llevaron a alejarme de esas experiencias con el tiempo.
Desafíos académicos y decisiones personales
Mis calificaciones eran buenas, pero admito que falté a muchas clases, un mal hábito que impactó mi GPA en el primer año de universidad. Me gradué un año antes de lo previsto, y en lugar de aprovechar las clases gratuitas de la universidad, mi atención se centró en coquetear con los chicos universitarios.
Durante esta época, también participé en varias obras de teatro comunitarias. Aunque no obtuve papeles protagónicos, siempre disfruté de ser parte de las actuaciones. Uno de mis papeles favoritos fue el de Lucinda, una de las hermanas feas en «Into the Woods».
Viviendo con amigos: una lección aprendida
Decidí mudarme con mi mejor amiga después de la secundaria, y aunque teníamos muchas aventuras, el resultado no fue el mejor. A veces, pienso que hubiera sido más beneficioso vivir con extraños. A pesar de los desafíos, disfrutamos de nuestras locuras, como las salidas vestidas con ropa de los años 60 y 70, ¡sin que fuera Halloween!
Una de las mejores cosas que surgieron de esa experiencia fue conocer a mi esposo a la tierna edad de 19 años. A partir de ahí, mi vida dio un giro emocionante que cambiaría mi perspectiva para siempre.
Así que, ¿quién es Justin? Mantente atento para más historias sobre nuestra vida juntos en futuras entregas. ¡No te lo pierdas!





